Desde hace
unas semanas Antonio R. Vives, licenciado en Antropología y Criminología, está realizando un estudio pericial grafoscópico de los grafitos conservados en el calabozo de Petrer, acompañado del también antropólogo y
fotógrafo Alan Peñas.
Tras la conquista de Bitrir (el actual Petrer) por las tropas cristianas a mediados del siglo XIII, el
castillo fue transformándose de forma notable a lo largo
de los siglos posteriores. La construcción de un nuevo aljibe junto a la torre
en época bajomedieval permitió convertir en calabozo el primitivo aljibe situado en la base de la torre islámica. Como testimonio
de su nueva función, en las paredes de esta pequeña dependencia de
apenas seis metros cuadrados, los presos grabaron con un punzón
grafitos como estrellas, cruces, calendarios, motivos
geométricos e inscripciones en lengua árabe. No
obstante, destacan sobre el resto por su calidad y detalle, las
representaciones de animales y soldados formando escenas de caza.
Estos grafitos fueron calcados y estudiados a finales de la década de los ochenta por la arqueóloga Concepción
Navarro, publicándolos en el libro Graffitis y signos lapidarios del castillo de La Mola (Novelda) y del castillo de Petrer en 1993.
Durante la última restauración de la fortaleza en el año 2008, la restauradora Marta Rebora procedió a la restauración y consolidación de los grafitos, recuperando la volumetría del calabozo y permitiendo una mejor visión de los mismos. Sus trabajos los publicó en un artículo que lo tenemos en este mismo blog, en la columna de la derecha.
Esperemos que esta investigación que está realizando Antonio aporte nuevos datos relacionados con la personalidad de los presos que completen los datos históricos y estilísticos que ya conocemos de este conjunto singular.
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