Casas-cueva de la muralla
A principios del siglo XX la parroquia de San Bartolomé alquiló a las familias más necesitadas de Petrer los terrenos que rodeaban el castillo, incluida la muralla, para que pudieran excavar sus casas. No obstante, no era el único emplazamiento de la localidad donde podíamos encontrar este tipo de construcción. En total existían unas 220 casas-cueva repartidas por todo el término municipal, aunque la mayoría se encontraban en la rambla de Puça (coves del riu); en las laderas del castillo (coves del castell y coves de la Bienvenida); y en partidas rurales como Aiguarrius, Pepiosa, el Forcat y la Llobera. A finales de los 70 asistimos al abandono de estas casas-cueva, y a la compra de muchas de ellas por parte del ayuntamiento.
Las viviendas realizadas bajo tierra eran construcciones estructuralmente muy sencillas, contando con las habitaciones imprescindibles para vivir: una cocina que podía hacer las funciones de comedor, uno o varios dormitorios, y una cuadra si se tenían animales de tiro. Únicamente las salas exteriores tenían ventanas y luz natural. En el interior no había puertas para separar las habitaciones, sino cortinas de tela. El mobiliario no seguía modas sino que se mezclaban muebles antiguos prestados por familiares con otros comprados, ocurriendo lo mismo con el ajuar doméstico. Al principio no contaron con agua corriente, sirviéndose los vecinos de las fuentes públicas cercanas. La luz eléctrica y el alcantarillado llegó a esta zona de la población en la segunda mitad del siglo XX.
La restauración realizada en el año 2008 de las casas-cueva de la muralla del castillo ha permitido recuperar uno de los lugares más pintorescos de nuestra villa. Se trata de tres viviendas con un atractivo arquitectónico y cultural que ha sido aprovechado como extensión del Museo Arqueológico y Etnológico Dámaso Navarro.
Las viviendas realizadas bajo tierra eran construcciones estructuralmente muy sencillas, contando con las habitaciones imprescindibles para vivir: una cocina que podía hacer las funciones de comedor, uno o varios dormitorios, y una cuadra si se tenían animales de tiro. Únicamente las salas exteriores tenían ventanas y luz natural. En el interior no había puertas para separar las habitaciones, sino cortinas de tela. El mobiliario no seguía modas sino que se mezclaban muebles antiguos prestados por familiares con otros comprados, ocurriendo lo mismo con el ajuar doméstico. Al principio no contaron con agua corriente, sirviéndose los vecinos de las fuentes públicas cercanas. La luz eléctrica y el alcantarillado llegó a esta zona de la población en la segunda mitad del siglo XX.
La restauración realizada en el año 2008 de las casas-cueva de la muralla del castillo ha permitido recuperar uno de los lugares más pintorescos de nuestra villa. Se trata de tres viviendas con un atractivo arquitectónico y cultural que ha sido aprovechado como extensión del Museo Arqueológico y Etnológico Dámaso Navarro.
La exposición se estructura en dos ámbitos: una primera parte donde se recrea la vivienda de mediados del siglo XX, con sus habitaciones y objetos cotidianos; y una segunda parte con salas de temática monográfica dedicadas a los oficios y a las actividades tradicionales de la villa.
Horario
Martes a viernes: 11, 12 y 13 h desde la Tourist Info.
Sábados, domingos y festivos: 11, 12 y 13 h desde la puerta del castillo.
La visita a las casas-cueva es guiada y gratuita y se realiza junto con el castillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario